septiembre 29, 2023
Dejando las ataduras del pasado: Un llamado de libertad
“No mires hacia atrás, sino adelante, hacia el futuro que Dios tiene preparado para ti.”
El pasado puede ser un peso que nos impide avanzar en nuestras vidas, pero como mujeres, tenemos la promesa de la renovación y la esperanza en Dios. En esta enseñanza, exploraremos cómo dejar atrás el pasado y avanzar en la fe, apoyándonos en la palabra de Dios que nos guiarán en este camino de transformación.
La promesa de un muevo comienzo:
La Biblia nos recuerda que Dios es el Dios de los nuevos comienzos. En 2 Corintios 5:17 (NVI), leemos: “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Este versículo nos insta a dejar atrás el pasado y abrazar la nueva vida que tenemos en Cristo.
Aprender de nuestras experiencias pasadas:
Aunque debemos dejar atrás el peso del pasado, también podemos aprender valiosas lecciones de nuestras experiencias anteriores. Filipenses 3:13-14 (RVR1960) nos anima a “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndonos a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Aquí, encontramos el equilibrio entre liberarnos del pasado y aplicar las valiosas lecciones que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida.
Perdón y liberación:
El perdón es una parte crucial de dejar atrás el pasado. Efesios 4:31-32 (NVI) nos aconseja: “Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Al perdonar y liberar a aquellos que nos han herido en el pasado, encontramos paz, sanidad y sobre todo podemos avanzar hacia lo que Dios tiene para nosotros.
La gracia y el amor de Dios:
La clave para dejar atrás el pasado es abrazar la gracia y el amor de Dios. Romanos 8:38-39 (RVR1960) nos dice: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” Este versículo nos recuerda que, a pesar de nuestro pasado, nada puede separarnos del amor incondicional de Dios.